Hidroarsenicismo: décadas de omisión en Coahuila
Durante al menos cinco décadas las instituciones sanitarias nacionales y estatales han sido omisas ante un asunto de salud pública en La Laguna: el hidroarsenicismo, que de acuerdo con estudios y especialistas consultados consiste en una serie de padecimientos ligados a la ingesta prolongada de agua con arsénico. No obstante, hasta la fecha no existe un padrón oficial de personas que padecen enfermedades presuntamente derivadas de esta problemática.
Este reportaje es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers.
Por Luis Alberto López y Jessica Ayala Barbosa/ Plaza Pública
Ilustración: Carlos Mendoza
María de la Luz del Carmen Herrera Rodríguez, de 48 años, quien radica en el ejido San Salvador, en Francisco I. Madero, Coahuila, lleva la mitad de su vida padeciendo diabetes y sus complicaciones. En los últimos años se le han sumado otras enfermedades como la insuficiencia renal crónica y cáncer de estómago.
“La diabetes la tengo desde los 24 años, y con la insuficiencia renal llevo como ocho, derivada de la misma diabetes. Me amputaron el pie. Y el cáncer me lo diagnosticaron hace un año y medio”, contó en entrevista María de la Luz.
Se trata de males que han estado presentes en su pequeña comunidad, de apenas 700 habitantes, durante varias generaciones y que coinciden con la lista de afectaciones que, de acuerdo con diversas investigaciones científicas y la Organización Mundial de la Salud, pueden ser provocadas por la exposición prolongada a altos niveles de arsénico, muchas veces a través del consumo de agua y alimentos contaminados.
“Desde que tengo uso de razón, desde mis abuelos y mis tíos”, dijo cuando se le preguntó cuánto lleva lidiando con estos padecimientos, “unos mueren de cáncer, otros mueren de diabetes… Dos de mis tíos murieron de cáncer hepático, otra de cáncer cérvico uterino. Desde que uno está en el vientre de la mamá toma agua con arsénico. Mi abuela, por parte de mi papá, tenía como unos jiotes por el arsénico en toda su espalda, en sus manos. Mi hermano, el que sigue de mí, tiene diabetes, y el de en medio también, a él ya se le cayeron los dientes y pues está jovencillo, tiene 30 años, y el más chico tiene presión alta. Mis papás también tienen diabetes y presión”.
María de la Luz del Carmen Herrera Rodríguez, de 48 años, radica en el ejido San Salvador, en Francisco I. Madero y padece enfermedades que encajan con las consecuencias del hidroarsenicismo.
Crédito: Jessica Ayala Barbosa.
Los pobladores de San Salvador llevan décadas atribuyendo esos padecimientos al consumo de agua con arsénico, ya que Francisco I. Madero suele ser señalado por investigadores como un punto de alto riesgo debido a las altas concentraciones de arsénico en el agua que consume la gente.
Sin embargo, la realidad es que hasta la fecha los afectados no cuentan con un dictamen médico que confirme la relación entre el consumo de agua contaminada y las enfermedades que deterioran su calidad de vida, pues para las autoridades sanitarias de México no existe una enfermedad llamada hidroarsenicismo.
Miguel Ángel Hernández Muñiz, director del Centro de Investigación en Agua y Derechos Humanos (CIADH), opinó que la falta de reconocimiento de esta enfermedad impide combatir el problema de forma adecuada.
“Hoy, la señora María de la Luz no cuenta con la presencia del estado mexicano. No está el sector salud con un programa, pues el gobierno no tiene acciones integrales que permitan atender el tema de la presencia de arsénico en el agua y los alimentos, y las enfermedades crónico degenerativas que hay en la región son atendidas de manera aislada, sin encontrar su origen o detonante en el agua que consumimos”, señaló Hernández.
Es por ese motivo, que la asociación civil promovió el amparo indirecto 1199/2022 en el Juzgado 4 de Distrito en La Laguna para que haya atención al problema del agua contaminada con arsénico desde una perspectiva integral.
Mediante este recurso legal, el CIADH busca tres cosas: “primero, que se reconozca la presencia del arsénico como un asunto de salud pública denominado Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE); segundo, que se haga un diagnóstico integral en la población para determinar los alcances de la enfermedad, sobre todo entre los grupos vulnerables; y finalmente, que se haga un listado de afectados”, expuso Hernández Múñiz.
El recurso legal fue aceptado y hubo una primera determinación jurídica para que en este caso el Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (Simas) y la Presidencia Municipal de Francisco I. Madero atendieran la situación, aunque las autoridades promovieron un recurso de revisión.
Entre las experiencias internacionales donde puede observarse el beneficio de reconocer el HACRE como un problema de salud pública está el caso de Argentina, donde se desarrolló un programa nacional desarrollado para atenderlo.
UNA PROBLEMÁTICA CON ACCIONES AISLADAS
María de la Luz tiene que ir tres veces por semana a la ciudad de Torreón, a dos horas de su comunidad, para que le realicen hemodiálisis. Cada traslado le representa un gasto de alrededor de 500 pesos.
La cantidad es tan alta para una familia, cuyo ingreso semanal apenas rebasa los 2 mil pesos, que decidió no atenderse el cáncer de estómago.
“Como le digo, voy tres veces a la semana a Torreón por las hemodiálisis, al irme a poner las quimio, las radioterapias, sería ir otros tres días. Sería estar toda la semana allá, y pues de dónde”, dijo.
De la Luz vive con su esposo y su madre. Su madre la cuida y su esposo trabaja desde las 3 de la madrugada hasta las 10 de la noche para obtener un ingreso de 2 mil 150 pesos y debe gastar más de mil pesos, el 50 por ciento, en los viajes para el tratamiento.
“Eso en pura gasolina, porque a veces ni para una botella de agua lleva uno. Lo poquito que queda es para comprar gas, compramos mandadito, aunque sean frijoles, sopa, un chilito, nada más… Es complicado. Uno dice, uno da gritos y nadie lo oye”, compartió.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el arsénico como una de las 10 sustancias más preocupantes para la salud pública y advierte que su exposición prolongada puede conducir a la muerte.
En La Comarca Lagunera (región conformada por municipios de Coahuila y Durango), los niveles de arsénico en el agua son superiores a los 25 microgramos por litro marcados en la Norma Mexicana NOM-127-SSA1-2021, Agua para uso y consumo humano, que habla sobre los límites permisibles para garantizar la calidad del agua.
En mayo del 2023 entrará en vigor otra norma que baja el límite permisible de arsénico a 10 microgramos por litro, sin embargo, las autoridades no reconocen este problema como un asunto de salud pública y tampoco existen acciones para atenderlo, pues como ya se mencionó incluso las organizaciones civiles han tenido que promover juicios de amparo.
El abogado Miguel Ángel Hernández Múñiz refiere que las acciones de los diferentes órdenes de gobierno en torno a la problemática del agua con arsénico, han sido aisladas y sin un enfoque de salud pública.
“Las enfermedades crónico degenerativas que hay en la región son atendidas de manera aislada, sin encontrar su origen o detonante en el agua que consumimos. Si ustedes van a las diferentes regiones de las comunidades rurales de la Comarca Lagunera van a encontrarse con un número muy importante de personas con padecimientos vinculados al arsénico”, señaló.
Hernández Múñiz destacó que el amparo promovido en favor de la María de la Luz está sustentado incluso con tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú que compromete al Estado mexicano a la resolución de problemas ambientales con la participación de la sociedad.
Miguel Ángel Hernández Múñiz, director del Centro de Investigaciones en Agua y Derechos Humanos, informó que desde el ámbito jurídico buscan que se reconozca el hidroarsenicismo como un problema de salud pública.
Crédito: Luis Alberto López.
“El simple hecho de que tengas un acuerdo o un tratado internacional que haya sido firmado y aprobado por el Senado ya es obligatorio acatarlo, y en este sentido de garantizar a plenitud el agua en condiciones de calidad, significa que tienes que implementar todas las acciones que estén a tu alcance, porque de ese derecho depende la salud y todos los derechos de otras personas”, dijo.
La lucha jurídica no es el único frente que la sociedad lagunera ha abierto para que se tome en cuenta el problema de la contaminación del agua con arsénico.
PRESIONAR DESDE LA ACADEMIA
Gonzalo García Vargas, toxicólogo y catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) en Gómez Palacio, señaló que desde hace cinco décadas existen investigaciones académicas sobre las afectaciones del arsénico en la salud de los laguneros.
Sin embargo, su función ha sido mostrar problemas, sugerir algunas medidas de control, de mitigación, pero hasta ahí llegan porque los investigadores no son parte de las autoridades que están a cargo de la política de salud.
“El punto es que los académicos e investigadores muestran el problema y sugieren, pero no pueden ejercer, quien debe ejercer es la autoridad y ellos nada más han hecho estudios sobre agua, no han hecho estudios sobre salud, entonces eso es un primer vacío”.
De igual manera, Martín Federico Soto Jiménez, doctor en Ciencias del Mar con especialidad en Química Acuática e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló la falta de interés del sector salud en este problema.
“Haber vivido la presencia de arsénico por más de cinco décadas y no tener un padrón de afectados habla de la falta de atención, de la falta de interés de las autoridades, dígase sanitarias, dígase ambientales, de cualquier orden de gobierno, federal, estatal, municipal, para atender la problemática”, dijo.
Soto Jiménez forma parte de un proyecto de monitoreo de sustancias tóxicas en La Laguna, financiado por el Conacyt a través de sus Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces) y destaca la importancia de que las autoridades dejen de ver el asunto del arsénico en el agua como un problema meramente ambiental y lo vean más como un problema de salud.
“Con este proyecto queremos cambiar la perspectiva, es decir, sí es un problema que haya arsénico en el agua, pero se le tiene que dar el sentido de los efectos que implica en términos de salud, en términos de economía, para una sociedad, porque realmente la presencia de arsénico afecta la cotidianidad y afecta la calidad de vida; provoca una serie de trastornos que solamente aquella persona que los sufre los entiende”, Soto Jiménez.
El mismo testimonio de María de La Luz del Carmen Herrera Rodríguez ilustra algunos de esos trastornos y complicaciones referidos por el investigador.
Por una parte están los dolores: “esta enfermedad (insuficiencia renal) es muy complicada y dolorosa. El cáncer de estómago es más todavía, uno se quiere parar de los pelos porque no se aguanta el dolor. A veces me llevan al doctor y me inyectan morfina, me controlo unos 20 días y otra vez. Días atrás estaba muy inflamada, parecía un elefante, no cabía ni en la silla de ruedas, pero no sé qué me hayan puesto, porque el estómago se me desinflamó y estoy muy flaca, estoy pesando 45 kilos”.
Acerca de las opciones para abatir el problema, Soto Jiménez, dijo que lo más urgente es hacer todo lo posible por proveer de agua purificada a esas poblaciones donde los niveles de arsénico son altos, una medida para reducir el riesgo a la población, de acuerdo con sus estudios.
No obstante, también deben atacarse otras vías de exposición al contaminante diferentes al consumo directo.
Con relación a las acciones gubernamentales para reducir los niveles de arsénico en las fuentes de abastecimiento de La Laguna, el toxicólogo Gonzalo García reconoció que hubo varias intervenciones como la colocación de filtros a pie de pozo, aunque no en todos los municipios tuvieron el efecto deseado.
“El punto aquí es que, para las ciudades como Torreón, Gómez Palacio y Lerdo sí eran más o menos adecuadas, pero el problema que hubo fue que la Conagua le dio el equipo a los organismos operadores de agua para su mantenimiento y éstos siempre están en números rojos”.
Refirió que en el caso de otros municipios como Francisco I. Madero, San Pedro y Matamoros la presencia del metaloide en el agua era mucho mayor y la tecnología de los filtros no funcionó.
El reportaje Filtros removedores de arsénico: el costoso y simulado compromiso para La Laguna, publicado por Plaza Pública con el apoyo del Hub de Periodismo de la Frontera Norte en noviembre pasado, reveló que la inversión de 154 millones 304 mil 29 pesos, para instalar plantas purificadoras en las norias de los municipios coahuilenses no funcionó, y que incluso hubo municipios donde nunca operaron.
La investigación da cuenta que en municipios como Torreón más del 80 por ciento de las fuentes de abastecimiento de agua están por encima de la Norma Mexicana NOM-127-SSA1-2021 y que en las localidades más pequeñas —con alta presencia rural— como Francisco I. Madero, San Pedro y Matamoros hay opacidad en cuanto a la medición de los sistemas operadores, aunque la Conagua tiene estudios técnicos que muestran que todas sus norias rebasan los límites permitidos de arsénico.
Los filtros removedores de arsénico instalados durante el sexenio federal pasado fueron una estrategia fallida para atender la contaminación del agua en La Laguna.
Crédito: Luis Alberto López.
Al respecto, Gonzalo García Vargas acotó que las alternativas para tratar el problema del arsénico en el agua de La Laguna, siempre han venido de la Conagua como un tema técnico y de competencia ecológica, aunque el sector salud se ha mantenido distante al tema. Ahora con la investigación que realizan con el Conacyt buscan algo diferente.
“Se han hecho estudios oficiales y creado alternativas por Conagua, pero en Salud no se ha estudiado hasta ahora con el planteamiento de Agua Saludable. Lo que queremos hacer es mostrar y probar un instrumento de vigilancia epidemiológica que permita recolectar —ahora sí— información en los poblados, que hagamos ensayos de cuánta gente tiene arsénico en la orina por arriba de lo normal”, explicó el toxicólogo.
De forma adicional, expuso, se pretende conocer el número de personas que tiene alguna lesión o síntoma relacionado con el arsénico, además de que en los muestreos se involucre a las secretarías de Salud, tanto de Coahuila como de Durango.
“La idea es muestrear, más bien estudiar alrededor de unos 8 poblados con distintos niveles de exposición a arsénico”, dijo.
Puntualizó que en estudios que datan del siglo pasado, hubo muestreos de entre 100 y 300 personas para conocer la incidencia de la presencia del arsénico. El estudio actual va por mil 500.
EVADEN RECONOCIMIENTO DEL PROBLEMA
Los investigadores y el abogado coinciden en que mientras la problemática siga con una visión meramente ambiental, no habrá soluciones contundentes. El megaproyecto Agua Saludable para La Laguna, que tiene proyectada una inversión cercana a los 15 mil millones de pesos, no considera una política de seguimiento a las personas que por años bebieron líquido contaminado con arsénico.
A través de las solicitudes de información con folios 330026923000632 y 330026923000630, la Secretaría de Salud Federal evadió responder si tiene un padrón o listado de las personas con enfermedades derivadas al consumo de agua con arsénico en municipios de La Laguna de Coahuila y Durango, además de si cuenta con protocolos para esto o bien, si tiene alguna competencia en el proyecto Agua Saludable.
“Considerando la naturaleza de la información que solicita, este Sujeto Obligado no es competente para contar con las documentales solicitadas, por lo que, se sugiere ingresar una nueva solicitud al Instituto Nacional de Pediatría, quien pudiera tener la información requerida”.
de personas afectadas por el consumo de agua con arsénico en La Laguna.
Crédito: Especial.
La información también fue solicitada al Instituto Nacional de Pediatría pero al cierre de esta edición no había sido entregada.
La Secretaría de Salud Federal tampoco proporcionó estadísticas sobre casos de cáncer de piel, pulmón, vejiga, enfermedad del pie negro, enfermedades cardiovasculares, abortos, enfermedad de bowen, queratosis y amputaciones.
En el plano local la postura no es muy distinta a la de la federación. La Secretaría de Salud en Coahuila contestó a la solicitud con folio 050098800008923 que “no existen registros relativos a los daños a la salud ocasionados por hidroarsenicismo en el estado de Coahuila”. Tampoco dio información sobre campañas que la dependencia realiza mediante sus jurisdicciones sanitarias para la prevención de enfermedades vinculadas al consumo de agua con arsénico.
Sin embargo, la dependencia estatal reconoció en octubre de 2021, mediante la respuesta a la solicitud 050098800005421 que se instauró en el Informe Semanal de Casos Nuevos SUIVE-1 la enfermedad de hidroarsenicismo con la EPI-CLAVE T57.0-Efecto tóxico del arsénico y sus compuestos.
“Al día de hoy jueves 21 de octubre de 2021, se han registrado 0 casos a nivel estatal en el Informe Semanal de Casos Nuevos”, puntualizó el oficio.
Al pedirle a la Secretaría de Salud vía transparencia el seguimiento a este mecanismo de vigilancia, no respondió en el plazo marcado por la ley. Fue interpuesto un recurso de revisión al respecto sin que hasta el cierre de edición fuera resuelto.
A esto se suma la postura que recientemente emitió el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís, quien afirmó el pasado 6 de marzo que “desde hace tiempo el arsénico no es tema en La Laguna”.
Durante la rueda de prensa posterior a la reunión semanal del Subcomité Técnico de Salud de La Laguna, el mandatario fue cuestionado en torno Agua Saludable para La Laguna y la visita para supervisar el proyecto que realizó a inicios de marzo el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Más allá de los avances técnicos de la obra, Riquelme Solís refirió que cuando fue alcalde de Torreón se perforaron pozos que no extraen agua contaminada y que la obra federal sólo solventará lo relacionado con el abasto.
“Yo perforé 28 pozos con cero arsénico y Román Alberto Cepeda (alcalde de Torreón) lleva ocho, igual, con los niveles normales, entonces no sé mucho, pero creo que estaban perforando donde no debían”.
Por su lado, Eduardo Aaron Fuentes Silva Director del Organismo de Cuenca, Cuencas Centrales del Norte (OCCCN) de la Conagua, descartó que la actualización a la NOM 127-SSA-SSA1 represente un problema.
“Esa parte no me preocupa, pues este año vamos a tener Agua Saludable”, respondió tras ser cuestionado en la rueda de prensa en la que presentó avances del megaproyecto el pasado 14 de marzo.
Sobre el papel que jugará el organismo en mayo próximo que entre en vigor actualización de la norma, que establece que municipios con más de 500 mil habitantes deben bajar las concentraciones de arsénico de 0.025 miligramos por litro a 0.010 miligramos por litro, refirió que todavía revisan cómo la harán cumplir.
“Estamos hablando con los organismos operadores y nosotros como área normativa tenemos que hacer que cumplan. Es un tema a nivel central que me gustaría que ellos lo vieran”.
La Secretaría de Salud en Coahuila reconoció que hay un seguimiento al hidroarsenicismo en 2021, pero después negó que existieran cifras o un padrón de personas afectadas.
Crédito: Especial.
El funcionario federal argumentó que, pese a que el avance de Agua Saludable para La Laguna es del 17.2 por ciento en su obra física, estarán en condiciones de entregar agua potable de calidad a finales de este año para los municipios más poblados de la Zona Metropolitana como Torreón, Gómez Palacio y Lerdo.
No obstante, la norma oficial también tiene elementos cuestionados por la comunidad científica por un asunto de injusticia hacia los poblados más vulnerables.
EL CONTRASENTIDO Y LA FALTA DE ATENCIÓN
Pese a que los municipios con más comunidades rurales presentan la mayor cantidad de arsénico en sus fuentes de abastecimiento de agua potable, la NOM 127-SSA-SSA1 contempla hasta siete años en estos lugares para que las autoridades bajen la presencia del metaloide.
El Observatorio Socioambiental de la Universidad Iberoamericana Torreón se pronunció el año pasado en torno a esta situación y señaló que la normativa tardó más de dos décadas en cambiar, pese a la sugerencia de la OMS, y que discrimina a los poblados más pequeños y marginados de La Laguna.
“Consideramos importante señalar la discriminación que la norma referida hace a las comunidades más empobrecidas, en donde, se vive con más crudeza la problemática del Hidroarsenicismo”, expusieron mediante un comunicado.
El investigador Martín Federico Soto Jiménez señaló que existe un contrasentido con la norma, pero hasta cierto punto entendible por la lógica en que opera la administración pública.
“Desde el punto de vista técnico y financiero es entendible, pero desde el punto de vista de salud pública no lo es, porque en este caso, esas ciudades o poblaciones más pequeñas son las que presentan el mayor problema”.
La Secretaría de Salud Federal negó vía transparencia contar con un padrón
Refirió que las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno deberían revisar opciones para que se cumpla la normativa, aunque más allá de eso, es su obligación atender el tema de salud que implica consumir agua contaminada.
“Independientemente de que la norma esté desfasada para ellos y que vaya entrar el año que entra o el siguiente, las autoridades municipales deben actuar, no solamente por cuestión de la norma, porque la norma es un valor, es un decreto, es un documento que los obliga, pero que el efecto de salud pública esté ocurriendo, debería de ponerlos en acción, no esperar a que venga una ley y los obligue”.
El investigador explicó que el arsénico provoca daños a largo plazo. De acuerdo con los estudios, las afectaciones y los efectos del arsénico en la salud no son visibles a menos de cinco años, comienzan a aparecer después de este tiempo y principalmente a más de 10 años del consumo constante.
“Los efectos son por exposición crónica, no es inmediato, no es ‘ya tomé agua y voy a tener algún síntoma’, no, es lento, pero cuando ya se detectan esas afectaciones normalmente no hay mucho qué hacer”.
Esto termina afectando principalmente a la población ya de por sí vulnerable y los obliga a destinar parte de sus ingresos a comprar agua purificada.
El desamparo de los habitantes de estos sectores se refleja en la decisión de María de la Luz, como se mencionó al principio de este reportaje, renunció al tratamiento del cáncer de estómago.
“No quise nada. Firmé una hoja en la que decidí no atenderme. A veces sí me dan dolores muy fuertes, empiezo a vomitar sangre. El doctor me dijo que era porque se reventaban unas úlceras. En el estudio que me hicieron se ve como si fuera una masa y alrededor tiene muchas cositas, como honguitos, ese es el cáncer, pero si le soy sincera yo de eso no quiero saber nada”.